El apego es la relación especial entre el bebé y su cuidador. Es un vínculo recíproco y único. La importancia del apego consiste en que va a formar la base del futuro desarrollo emocional del bebé. Es un proceso que se da desde el nacimiento mismo a partir de los cuidados que se le proporcionan al recién nacido (las miradas, las caricias, la alimentación, el canto, etc.). El desarrollo emocional del bebé va a depender de que tan confiable, seguro y estable es este víncuo con los adultos que lo cuidan.
En los primeros meses de vida, los bebés no son capaces de regular sus emociones por lo que necesitan que el adulto les ayude a descifrar sus señales. Los padres van idenficando poco a poco que el bebé no siempre llora por hambre o porque se ha mojado el pañal. A veces necesita un abrazo, a veces está cansado, etc.
Lo que marca la diferencia en la relación de apego es la respuesta del adulto a las necesidades del bebe, especialmente cuando los sentimientos de seguridad de los niños son amenazados.
Rápidamente el niño aprende a anticipar la respuesta de su cuidador: si es sensible y responde a sus señales, si las ignora o si unas veces responde y otras no.
Si los padres van respondiendo de forma constante a las necesidades del bebé, se establecen las bases del apego seguro, por tanto los niños irán adquiriendo seguridad interna y la capacidad para manejar sus emociones. Si este vínculo es adecuado, el bebé tendrá confianza en que los adultos estarán accesibles, serán sensibles y colaboradores si está asustado o si se encuentra ante una amenaza. Así, predominaran en él sentimientos de alegría y seguridad, que en su futuro le permitirán enfrentar la vida, por más difícil que esta sea.
A cada cuidador le toma diferente tiempo poder descifrar las necesidades del bebé, no sólo las físicas sino también las emocionales, pero este trabajo tendrá su recompensa.